Actuar en el Escenario Verde de día es un reto del que no muchos grupos salen ilesos. El público anda frío aunque el calor todavía acogota. Pero Triángulo de Amor Bizarro nunca se han caracterizado por ser asustadizos. Se plantaron en el escenario con las piernas al aire para estar bien cómodos y dieron candela sin compasión desde el primer acorde para aprovechar la oportunidad que se les brindaba. Y terminaron por ofrecer un concierto atronador, con un sonido rodeado de espinas y trufado de ese punto de dulzura tan chulo que le da a las canciones la voz de Isa, cada vez más protagonista, más sexy, más suelta.
El grupo gallego centró el tiro en presentar los temas de su segundo disco, Año santo, una prolongación natural de su celebrado álbum de debut que sonó a gloria bendita gracias a la solidez del tándem Isa-Rodrigo y sus atinados escoltas, un batería rocoso y un ruidoso teclista. Al igual que con los rescates del primero, Triángulo de Amor Bizarro sonaron contundentes, convencidos y convincentes, compactos y arrolladores. Están en su punto.