Fotografía, Música

Mamá, quiero ser negra

Es como Michael Jackson pero al revés. Ana Popovic quiere ser negra. O tal vez lo sea. Su guitarra y sus dedos parecen serlo. Y en Memphis, la cuna del blues, se han rendido a sus fraseos pese a sus escasas 33 primaveras. Casi un milagro. Los colaboradores de nomepierdoniuna.net, cuando van de viaje, también toman nota. Raúl Rubio desde el festival Trasimeno Blues, en Castiglione del Lago (Umbría, Italia).
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httpv://www.youtube.com/watch?v=MNQeqHI0fG8

Es como Michael Jackson pero al revés. Ana Popovic quiere ser negra. O tal vez lo sea. Su guitarra y sus dedos parecen serlo. Y en Memphis, la cuna del blues, se han rendido a sus fraseos pese a sus escasas 33 primaveras. Casi un milagro.

Es finales de julio y una serbia, un americano, un holandés y un italiano la montan en Umbría, en pleno corazón del país de la pasta. No es el arranque de un mal chiste; son los condimentos de un show de tremenda calidad instrumental, gustos al margen. Pero es lo que tienen los viajes: sirven para descubrir mundo; también el musical.

A orillas del Lago Trasimeno, en Castiglione del Lago, la nueva diva de la música negra mostró su polivalencia en pleno castillo. Lugar idílico, sonido más que aceptable y público entregado. La Popovic repetía en la plaza. Y se notaba. Ni los mosquitos se lo querían perder.

Allí presentó su último trabajo, Blind For Love (2009), destacando «Nothing Personal» y «Wrong Woman», haciendo también un repaso a su prolífica y precoz carrera, permitiéndose incluso versionear al gran Jimi Hendrix. Más de dos horas de solos, en ocasiones más barrocos que efectivos, pero siempre envolventes.

Ella es la reina. Se nota. Pero guarda momentos de gloria para su banda habitual, formada por el holandés Ronald Jonker (el bajista contorsionista), el estadounidense Andrew ‘Blaze’ Thomas (un batería con una técnica envidiable y excelso en recursos) y el italiano Michele Papadia a los teclados.

La actuación se enmarcaba en el ciclo Trasimeno Blues, un festival original, un ejemplo de que la música sirve (también) para dinamizar el turismo en los pequeños pueblos medievales con encanto, aunque lo de la Popovic va más allá. De blues clásico, el justo. Y más que influenciarse por los estilos, los pone en práctica. Cuando toca funk, se nota. O soul. O incluso jazz.

Pese a que su padre, Milutin, era un guitarrista de nivel, a ella no le entró el gusanillo hasta los 15 años. Parecía dispuesta a estudiar diseño gráfico, pero llegó  una beca desde Holanda que le hizo decantarse por la música. Para entonces, ya había montado su primera banda, Hush. Después, todo llegó rodado. Primero se hizo un nombre en Europa, siempre con la Stratocaster en ristre, y después le llovieron los galardones al otro lado del charco, incluida la invitación para participar en el legendario Rhythm & Blues Cruise, en 2006 (siendo el primer artista europeo en conseguirlo) y 2009. Es lo que tiene el talento.

Ana va lanzada. Se come el escenario. Con su música y su sensualidad. Y su voz dulce con un toque de ‘Celtas sin filtro’ que supone un complemento perfecto. De momento no tiene previsto venir a España, pero yo ya vi a la Popovic…

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