«Con el pretexto del art. 79 de la ley Fini-Giovanardi, apoyándose en peligrosas afirmaciones que criminalizan la cultura reggae y el rastafarismo, quieren eliminar el Rototom Sunsplash, uno de los festivales de música y cultura más importantes de Europa, lugar de agregación donde se practica desde siempre la paz y el intercambio cultural. Se corre el riesgo de crear un peligroso precedente que podría llegar a golpear no sólo al movimiento reggae, sino a todos aquellos que organizan actividades culturales libremente en Italia. Decimos no a la discriminación religiosa, a la criminalización de la cultura reggae y del Rototom Sunsplash. Defendemos el derecho a la libertad de expresión, de conciencia y de pensamiento. Afirmamos nuestro derecho a existir en paz, hermandad e integración entre pueblos. ¡Reivindicamos el derecho a aspirar a un mundo mejor!»
Esta especie de manifiesto explica el traslado del XVII Rototom Sunsplash European Reggae Festival de Osoppo (Udine, Italia), donde se ha celebrado desde sus inicios, a Benicàssim. Y también pone de relieve el componente cultural e ideológico de un festival que va mucho más allá de lo estrictamente musical. El Ayuntamiento anunció la semana pasada que acogerá la multitudinaria cita, la más importante de música reggae a nivel europeo, entre el 21 y el 28 de agosto de 2010. Benicàssim, pues, sirve de asilo político a un festival que nació y alcanzó el éxito en Italia, pero que se ha visto forzado al exilio debido a la intolerancia de las políticas de Berlusconi. No en vano, la citada y polémica Ley Fini-Giovanardi ha abolido en el país transalpino la distinción entre drogas duras y blandas, lo que para el Rototom Sunsplash ha significado su criminalización, ya que está siendo investigado por «promover el uso de la marihuana», según reza su propia web. A pesar de recibir el apoyo de partidos políticos y distintos colectivos a través de la campaña Non processate Bob Marley, la organización decidió el año pasado buscar una nueva ubicación fuera del país.
Y es que, como decíamos, el festival Rototom Sunsplash es mucho más que una cita musical. Su público proviene de todas las partes del mundo y busca un oasis de cultura rasta junto con la oferta musical. De entre los más 150.000 asistentes de la última edición procedentes de 120 países, había muchas familias con hijos pequeños, que buscaban vivir una semana en su salsa, rodeados de la música que les gusta, sí, pero también de películas, documentales, exposiciones, conferencias, gastronomía, cursos de percusión, danza africana, capoeira, actividades deportivas… Como una pequeña ciudad que se instalará en el recinto de conciertos de Benicàssim para convertirse en la capital europea del reggae y la cultura rasta durante una semana, basada en las grandes utopías de la libertad, la paz, el respeto entre culturas y la hermandad, combinando música, diversión y reflexión.
En lo estrictamente musical, el Rototom Sunsplash es como una cumbre internacional del estado del reggae, también del ska, en todas sus variantes y desde el más clásico hasta las tendencias más innovadoras. Por citar solamente algunos nombres de referencia, en julio de 2009 actuaron U Roy, Linton Kwesi Johnson, Bitty McLean, Pablo Moses, The Skatalites, Rootz Underground, Glen Washington, Tiken Jah Fakoly o los vallecanos Ska-P. Bandas y solistas llegados desde toda el mundo, con especial protagonismo de los europeos y los jamaicanos, claro.
La organización ya ha iniciado contactos con el FIB, que se celebra en el mismo recinto junto a la carretera N-340 un mes antes, para optimizar recursos y coordinarse. Y es que el festival de origen italiano supone un despliegue, como mínimo, de similares proporciones a la ya tradicional cita benicense con la música independiente: cinco escenarios, carpas o áreas diferentes, múltiples servicios y actividades paralelas y una amplia zona de acampada.
Así, el Main Stage acoge a las grandes estrellas de la escena internacional, a los campeones europeos y a los vencedores del Reggae Contest, un concurso de bandas que se celebra en paralelo en otro escenario. El Dancehall se pone en marcha cuando cierra el escenario principal, hacia las 2.00, con los sound system, desde el bashment, pasando por el roots y hasta el dub… hasta el amanecer. El Showcase Area es como una gigantesca jam-session para que participen los músicos presentes en el festival y también como espacio para la promoción de sellos y promotoras europeas. Por último, los Free Yards, son carpas y tiendas que ofrecen su propia programación musical, con dj, exhibiciones de sound system y conciertos.

Imagen del African Village del año pasado, donde se ofrecen cursos de cocina, percusión y danza africana.