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Rendidos a las mil caras de Love of Lesbian

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Volvieron. Ocho años después. Y arrasaron. Como su adorado Barça. Aunque no giran la cabeza ante el retrovisor. Recordaron que antes, en 2002, en la sala Ricoamor, apenas diez personas les vieron. Entonces cantaban en inglés. Nadie les conocía. Otro palo. Uno más. Como los muchos que han tenido que superar en sus diez años de carrera musical. Pero hay veces en las que el tiempo sí pone a cada uno en su sitio, como una especie de justicia cósmica del acorde cuerdo que les liberó de todo cargo. También de conciencia.

Este sábado, en la sala Opal, Love of Lesbian regresaba a La Plana. Ahora, ante cerca de 700 personas que corearon casi todas sus creaciones. La gloria, así, cuando está realmente currada, a golpe de callo, sabe realmente a gloria. «Es la segunda vez que venimos a Castellón. Tú estabas entonces… Ah, no; que no habías nacido», bromeó a una joven Santi Balmes, líder de una banda que gusta tanto a veinteañeros como a cuarentones; bendita virtud.

Tanto esfuerzo, canciones, kilómetros, pequeñas alegrías y grandes decepciones, siempre a la búsqueda inútil de más orejas lesbianas, ha recibido el merecido premio. Y, mientras tanto, han aprovechado para superar crisis individuales, colectivas, internas y externas, y confeccionar un directo tremendamente potente. Fue una gozada que hay que desmenuzar para saborear como merece.

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Sorprendió sobremanera el repertorio (en la imagen, el set list firmado por el propio Santi Balmes), mucho más pausado de lo que acostumbran. Es una de las ventajas de poseer tantas y tan buenas canciones donde elegir en sus tres últimos trabajos, todos ellos en castellano: Maniobras de Escapismo (Naïve, 2005) Cuentos Chinos para Niños del Japón (Naïve, 2007) y el más reciente 1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando la luna) (Warner, 2009). Tres discazos de cabo a rabo.

Pareció más bien un concierto de auditorio, lo que permitió a los presentes disfrutar de auténticas joyas que no suelen interpretar en los grandes festivales. La excelsa «Un día en el parque» (con un toque más potente para el directo); «Cuestiones de familia»; «Domingo Astromántico»; o «Universos infinitos», tema que inauguraba el Cuentos chinos…. Pero, sobre todo, «Incendios de nieve y calor», con el que acabaron su primera parte y que oprime el corazón hasta que casi deja de latir.

Incluso Santi Balmes, todo un especialista en meterse al público en el bolsillo desde el principio, parecía frío e incluso distante para lo que acostumbra. O tal vez melancólico. O, simplemente, afectado por el propio repertorio. «Si tocamos siempre lo mismo nos aburrimos», se excusaba tras un concierto en el que modificaron la estructura y la intensidad de los temas. No repitieron las canciones grabadas en estudio; las interpretaron. Otro punto a su favor para una balanza sin apenas contrapeso.

Pero una noche lesbiana no puede acabar así. Hace falta, además de buena música, jolgorio. Volvieron al escenario para desfibrilar a los presentes y sonaron «Me amo» y «Club de fans de John Boy», el single por excelencia de 1999, guardado para el descuento. Se lo pueden permitir.

Y, por último, la fase astronáutica: con «Los niños del mañana» aprovecharon para llamar hijo de puta a todoquisqui (el público, ellos mismos, el resto de provincianos…); con «Houston tenemos un poema» uno agradecía que la sala estuviera sobre suelo firme; y con «Algunas plantas», con los integrantes de la banda como improvisados gogós que se entremezclaron con una marabunta totalmente entregada, llegó la locura final.

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«Veinte años no es nada», pero ocho años se han hecho eternos…