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Con dos basta. Los tándems de Sutja Gutiérrez y His Majesty the King nos dan cobijo en el lado oscuro

La noche iba de dobles sobre el escenario. Y la verdad es que tampoco hicieron falta más. Si el viernes pudimos acariciar el cielo junto a Josh Rouse, la tarde del sábado 23 en el Four Seasons fue la más estruendosa, más rock, más psicodélica, más dura de la  la Fiesta de quinto aniversario de Nomepierdoniuna. Probablemente se trató más de bajar al infierno, a un crudo, sorprendente y agradable infierno. Por un lado la energía extra de His Majesty the King que pusieron la sala a punto de ebullición y, por otro lado, un Sutja Gutiérrez en formato dúo que se quedó con gran parte del público. Porque cielo o infierno, queda demostrado que todos tenemos un hueco en cada uno, y si no que se lo pregunten a Wes Swing que, después de hacer magia en el Casino Antiguo, bajó sin problemas al infierno más ruidoso de Nomepierdoniuna, en el que había que ir de dos en dos, para acabar contagiándose. Así se celebran cinco años.

El primero en subirse al escenario del Four Seasons fue Sutja Gutiérrez. Resulta realmente difícil definir su sonido. Intentar encasillar su música en un estilo es una pérdida de tiempo, lo mejor es verle sobre el escenario. Carismático, creativo y teniendo muy claro lo que quiere hacer, cómo quiere sonar. Y funciona. Fue capaz de manejar su ordenador y acompañarlo con su voz y que pareciera totalmente improvisado. Pero todo está meticulosamente preparado para sorprenderte, para que te metas en su infierno psicodélico y electrónico.

Después de que mostrase a “Dat Cristh” –pero esta vez sin corona de espinas-, se subió al escenario Chema Bordás para hacerse con el control de la batería (lástima la baja del guitarrista a última hora). Duros golpes de percusión con fuerza al ritmo marcado por Sutja con el ordenador y acompañado de su voz, perfectamente reverberada y armonizada. Sonaba bien, cuadraba de tal manera que bajabas a un oscuro, caliente y agradable infierno entre diferentes ritmos y juegos de composiciones coordinadas por él mismo. Sabe lo que se hace. Pese a asegurar que le daba vergüenza subirse a un escenario, demostró que es donde tiene que estar.

El siguiente tándem encargado de cerrar el escenario del Four Seasons en este quinto aniversario fueron His Majesty the King. Ella guitarra y voz y él batería; ella batería y él guitarra. Tal cual. Los madrileños son una prueba más de que los directos para un grupo de este tipo lo son todo, porque lo dan todo. Sobre el escenario la voz queda relegada ante la dureza de la batería y la crudeza de la guitarra. Y cuando te quieres dar cuenta te has contagiado por su complicidad y energía. Lo dan todo y están cómodos sobre un escenario. Así da gusto cantar a los imbéciles. En un momento, se cambian los papeles, la batería marcada por ella y la guitarra por él, para mostrar un His Majesty the King más instrumental. Increíble la fuerza que desprenden, imposible quedarse impasible. Era la primera vez que pisaban Castellón y, después de lo que pasó en el Four Seasons, probablemente no será la última.

Clara Sánchez de His Majesty the King. Foto: Carme Ripollès (ACF).